Por: César Duvernay
La “Marcha Patriótica” del pasado sábado en Santiago de los Caballeros, donde cientos de ciudadanos exigieron a la comunidad internacional tomar acciones directas ante la peligrosa situación que vive Haití, interpreta el sentir de una sociedad hastiada de la irresponsabilidad de los que están llamados a resolver un problema creado y alimentado por ellos mismos.
Lo acontecido fue la reedición de una primera convocatoria hace casi un mes, también organizada por el Instituto Duartiano (ID) y un grupo de entidades patrióticas, que tuvo como escenario el Parque Independencia en el Distrito Nacional y donde, al igual que en esta, predominó la postura de que los problemas del vecino país se deben solucionar en tierra haitiana.
Las palabras, firmes y valientes, de Wilson Gómez, presidente el ID, emplazan de manera directa a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Estados Americanos (OEA) a una intervención urgente, integral y efectiva que ponga coto a la violencia de los grupos armados -y financiados- que han impuesto el terror en esa nación y cuyo poder ya desborda a las propias autoridades.
La concentración de Santiago viene a ser un respaldo ciudadano a la presión que ha venido desarrollando el presidente Luis Abinader ante la comunidad internacional, a la que, vale destacar, ha logrado hacer que reaccione y prometa cosas. Solo que ya se necesita pasar del doble discurso a los hechos mediante una acción militar que desarme a los grupos y restablezca el orden; de un fideicomiso por parte de la ONU; un proceso para fortalecer su policía y convocar a elecciones a la brevedad.