Por: César Duvernay
Los hechos hablan por sí solos y es evidente que el gobierno ha reaccionado de forma adecuada ante los efectos del huracán Fiona.
En la víspera, el obispo de la diócesis de La Vega, monseñor Héctor Rafael Rodríguez Rodríguez, resaltó la rapidez y eficiencia de las autoridades ante la catástrofe.
Las palabras del prelado, dichas en la misa a la Virgen de Las Mercedes, hacen referencia a la actitud humana y solidaria del presidente Luis Abinader, quien aparte de destinar los recursos y dado las instrucciones correspondientes, se ha puesto al frente de las labores de recuperación, lo que obviamente compromete y dinamiza el resultado.
En gorra, con jacket y remangado de brazos, Abinader, quien declinó asistir a la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), emitió un decreto (537-22) para viabilizar las diligencias, ha estado recorriendo y monitoreando personalmente las zonas de desastre.
Igualmente, el mandatario seleccionó a un grupo de funcionarios de su confianza para motorizar la acción.
En tal virtud, brigadas del Ministerio de Obras Públicas; del Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillado; de la Comisión Presidencial de Desarrollo Provincial; de la Dirección de Proyectos Especiales y del Gabinete Social, han estado brindado soporte a los damnificados de las regiones Este y Nordeste del país, las más castigadas por el fenómeno atmosférico.
También el Banco de Reservas y la Dirección General de Aduanas, entre otras instituciones. Pero definitivamente que lo que más ha generado aceptación ha sido la decisión de reunir en la casa de gobierno a las diversas fuerzas políticas para crear las sinergias necesarias ante un tema de unidad nacional.