NARVA.- Natalya Zadoyanova perdió el contacto durante semanas con su hermano pequeño, Dmitriy, que quedó atrapado en la asediada ciudad portuaria de Mariúpol.
Fuerzas rusas habían bombardeado el orfanato donde trabajaba, y él se refugiaba con docenas de personas en el gélido sótano de un edificio sin puertas ni ventanas. La siguiente vez que habló con él, Dmitriy lloraba.
“Estoy vivo”, le dijo. “Estoy en Rusia”.
Zadoyanov enfrentaba el siguiente capítulo de la devastación para la gente de Mariúpol y otras ciudades ocupadas: Traslados forzosos a Rusia, el país que había matado a sus vecinos y bombardeado sus localidades hasta casi borrarlas del mapa, según publica la agencia de noticias AP.
Casi dos millones de refugiados ucranianos han sido enviados a Rusia, según funcionarios ucranianos y rusos. Ucrania describe esos traslados como viajes forzosos a territorio enemigo, algo que se considera un crimen de guerra. Rusia las llama evacuaciones humanitarias.