El presidente Luís Abinader asegura quien cometa actos de corrupción en su gobierno tendrá que ser “un corrupto patológico o un suicida” porque sea quien sea, no importa el nombre, ni la posición que ocupe dentro o fuera del Estado, pagará las consecuencias, porque para eso ha designado un Ministerio Público independiente, con la magistrada Mirian Germán a la cabeza, que no tiene que pedirle permiso, ni rendirle cuentas para actuar.
El mandatario ha sido reiterativo en advertir que no tolerará malversación de fondos públicos, que será implacable, que quién se equivoque -sabiéndolo- es porque no es más que un “corrupto patológico” que decidió suicidarse y llevar su familia al cementerio moral.
Las señales han sido claras desde el momento que Abinader asumió la presidencia, presentando su declaración jurada de bienes, la procedencia de los mismos y la manera como se manejará mientras ocupe el cargo, dando un ejemplo de transparencia que no todos los funcionarios han imitado, lamentablemente.
Los casos que se dilucidan en los tribunales, que incluyen familiares del ex presidente Danilo Medina, su jefe de seguridad, entre otros, es una muestra de los que vendrán porque las investigaciones apenas comienzan. Poco a poco, porque el tiempo es fundamental en las investigaciones, seguirán apareciendo más imputados por corrupción y otros delitos, porque el Ministerio Público actual, contrario al anterior que dirigió Jean Alan Rodríguez, “no cogen corte” de nadie.
El tema del diputado del Partido Revolucionario Moderno en Santiago, el más votado, (¡Wakala!) no deja lugar a dudas sobre la actitud del gobierno frente a los delitos y crímenes que pueda cometer cualquier persona, no importa su procedencia política. Más que destacar la militancia como hicieron muchos medios de prensa, lo importante, es que fue apresado en una acción conjunta de Estados Unidos y la República Dominicana.
La actitud del gobierno es lo importante, no si el diputado era del PRM o de cualquier otro partido, donde también hay narcos, “lavadores” y “riferos”. Lo importante desde mi punto de vista es que no hubo encubrimiento, ni complicidad como ocurrió con César el Abusador, que actuaba públicamente, protegido por militares activos, dueño de discotecas y bares, patrocinador de artistas de dudosa reputación, que financió campañas electorales hasta de aspirantes a la presidencia de la República, y que antes de ser detenido fue informado para que huyera del país, como en efecto hizo.
En el caso de la Lotería Nacional (yo la hubiera cerrado hasta sanearla completamente eliminando las mafias que siempre han operado dentro y fuera), el presidente suspendió por seis meses al administrador (yo lo hubiera cancelado aunque violara la “presunción de inocencia). El presidente designó a Quico Tabar (no sé cómo logró convencerlo) para que asumiera esa responsabilidad. Quico es un hombre honesto, que está muy por encima de ese cargo, que sin duda hará lo que hay que hacer para devolverle a esa institución la confianza y la credibilidad que alguna vez tuvo. (Reitero, yo la cerraría junto a 80 mil bancas de apuestas de las cien mil y tantas que existen, una gran parte ilegales).
Las señales que ha dado el presidente Abinader son claras, y buenas. Quiere decir que los “corruptos patológicos”, que son muchos y están en todas partes, los exhorto a que no se suiciden, que actúen correctamente apegados a la ley, porque de lo contrario tendrán que pagar las consecuencias en los tribunales y probablemente en la cárcel, donde ya hay un grupo.