A continuación presentamos un análisis hecho por el editor de Economía de la BBC, Faisal Islam.

Largas filas comenzaron a formarse en los cajeros automáticos de Moscú. A los oligarcas se les confiscaron yates, equipos de fútbol, mansiones e incluso sus tarjetas de crédito. Rusia cayó en una gran recesión.

Este fue el resultado inmediato del intento más extraordinario de Occidente de contener financieramente a Rusia después de su invasión de Ucrania.

Entre las medidas más importantes estaba la confiscación de los activos oficiales en divisas del Estado ruso y, en particular, el congelamiento sin precedentes de las reservas del banco central por US$300.000 millones.

Los gobiernos occidentales deliberadamente evitaron utilizar frases como «guerra económica», pero ciertamente parecía que había una batalla financiera con el Kremlin. Era mejor que la alternativa de la confrontación directa entre estados nucleares.

Han pasado cerca de dos años y se ha producido un gran cambio en este contexto económico.

En una larga y confusa entrevista reciente, el presidente ruso, Vladimir Putin, exclamó alegremente que Rusia es la economía de más rápido crecimiento en Europa.

En febrero, el Fondo Monetario Internacional (FMI) destacó la fortaleza de la economía rusa cuando mejoró su previsión de crecimiento para este año del 1,1% al 2,6%.

Según las cifras del FMI, la economía rusa creció más rápido que todo el G7 el año pasado y volverá a hacerlo en 2024.

El estancamiento en Ucrania el año pasado y la creciente expectativa de un conflicto congelado en el terreno a lo largo de este año se han visto apuntalados por la removilización de la economía rusa hacia su esfuerzo militar, especialmente en la construcción de frentes defensivos en el este y el sur de Ucrania.

Medidas

Los líderes occidentales sostienen que este modelo es totalmente insostenible a mediano plazo. Pero la pregunta es: ¿por cuánto tiempo podrá sostenerse?

Rusia ha transformado su economía en una economía de guerra movilizada. El Estado ruso está gastando una cifra récord en la era postsoviética.

El gasto militar y de seguridad, que representa hasta el 40% del presupuesto, ha regresado a los niveles de finales de la época de las URSS. Otras áreas de apoyo estatal a la población se han reducido para compensar la financiación de la producción de tanques, sistemas de misiles y defensas en la ocupada Ucrania.

Además de eso, y a pesar de las restricciones occidentales sobre el petróleo y el gas rusos, los flujos de ingresos de los hidrocarburos han seguido llegando a las arcas estatales.

Los barcos petroleros se dirigen ahora a India y China y la mayoría de los pagos se realizan en yuanes chinos en lugar de dólares estadounidenses.

La producción de petróleo de Rusia se mantiene en 9,5 millones de barriles por día, una cantidad que está apenas por debajo de los niveles de antes de la guerra.

El país ha eludido las sanciones comprando y desplegando una «flota en la sombra» de cientos de petroleros.

Su Ministerio de Finanzas informó en febrero que los impuestos a los hidrocarburos en enero excedieron los niveles observados en enero de 2022, justo antes de la invasión.

El actual flujo de divisas hacia el petróleo, el gas y los diamantes rusos también ha ayudado a aliviar la tensión sobre el valor del rublo.

Los líderes occidentales insisten en que esto no puede durar, pero reconocen su impacto.

Un líder mundial dijo recientemente en privado: «2024 será mucho más positivo para Putin de lo que pensábamos. Ha logrado reorganizar su propia industria de manera más eficiente de lo que pensábamos».