El canciller, Yvan Gil, anunció la salida forzada de todo el personal diplomático de Argentina, Chile, Costa Rica, Perú, Panamá, República Dominicana y Uruguay
Gran número de países presiona para que sean publicadas las actas de todas las mesas electorales de Venezuela, para así despejar dudas de quién fue el real ganador de los comicios del pasado domingo que ha originado protestas en las calles de ciudadanos que entienden que hubo un fraude colosal, con el cual pretenden que se mantenga en el poder el actual presidente, Nicolás Maduro.
De acuerdo a una publicación del periódico El País, de España, desde Joe Biden y Luiz Inácio Lula da Silva, los presidentes de Estados Unidos y Brasil, las dos democracias más pobladas de América y víctimas ambas de ataques golpistas recientes, reclaman conjuntamente a Nicolás Maduro que haga públicas las actas oficiales completas de los resultados de las elecciones presidenciales del domingo en todas las mesas electorales, según la información difundida por sus Gobiernos después de una conversación telefónica de 30 minutos.
La nota de El País indica que Biden y Lula coincidieron en la necesidad de que las autoridades electorales venezolanas “divulguen de inmediato datos completos, transparentes y detallados de las votaciones en los colegios electorales”. Estuvieron de acuerdo en que los comicios venezolanos representan un “momento crítico para la democracia en el hemisferio”, y se comprometieron a seguir en estrecha coordinación sobre el tema.
La grave crisis abierta tras los comicios venezolanos ante las sospechas de fraude y la negativa de Maduro a divulgar la documentación que avale el resultado que le dio la victoria ha motivado este contacto telefónico.
Las autoridades electorales, ligadas al chavismo, han proclamado reelecto a Maduro (con un 51,2% frente al 44,2% del opositor Edmundo González Urrutia) sin hacer públicas las actas de todas las mesas electorales que exigen como prueba la oposición, los observadores extranjeros y buena parte de la comunidad internacional. La llamada telefónica entre los presidentes Joe Biden y Luiz Inácio Lula da Silva duró 30 minutos, según la Presidencia brasileña.
En la entrevista, Lula también ha recomendado a la oposición que, si tras ver las actas está disconforme con el resultado, puede acudir a la justicia venezolana, obviando que está bajo el control del chavismo.
La conversación entre los presidentes Biden y Lula se produce mientras sobre el terreno la situación se agrava a pasos agigantados. Tanto la oposición como el Gobierno han convocado a los suyos a movilizarse en las calles. La represión y los disturbios ya han causado los primeros muertos y numerosos detenidos, incluido un destacado opositor.
El contacto telefónico entre Biden y Lula llega al día siguiente de que destacados funcionarios de la Administración de EE UU expresaran su escepticismo con los resultados electorales difundidos el domingo por el chavismo, y se reservaran, cuando dispongan de una información más detallada, la opción de imponer nuevas sanciones a Venezuela.
Esos castigos, según informó este martes la agencia Reuters citando fuentes anónimas, serían individuales, tales como restricciones a ingresar a Estados Unidos para los funcionarios implicados en el proceso electoral. Esas mismas fuentes indicaron también que esas sanciones podrían escalar en función de los acontecimientos.
En su comparecencia diaria ante la prensa, Karine Jean-Pierre, portavoz de la Casa Blanca, dijo este martes que en la conversación entre Biden y Lula estaba previsto que “se tocara un amplio rango de asuntos”, pero no ocultó que Venezuela sería el asunto central del orden del día. “El mundo está observando”, añadió, al tiempo que definió como “inaceptable” la “violencia política” de la represión a las protestas de los opositores en el país latinoamericano.
En una llamada con periodistas en Washington, funcionarios del Departamento de Estado recordaron este lunes que “los venezolanos tienen el apoyo absoluto de la comunidad internacional para restaurar la democracia en su país”, antes de enumerar los países americanos, con especial hincapié en Brasil, que han solicitado el acceso a las actas electorales.
EE UU y Brasil, además de la ONU, la OEA (Organización de los Estados Americanos), la Unión Europea y los Gobiernos de numerosos países han exigido a Maduro que publique el conteo oficial de cada mesa de votación para verificar el resultado divulgado por el Consejo Nacional Electoral.
La cancillería brasileña avisó el lunes a Maduro, mediante una nota comedida, de que su victoria solo será legítima si publica esas actas. El comunicado evitaba cualquier crítica directa y alababa que la elección hubiera transcurrido de manera pacífica. Para Brasil es prioritario preservar su capacidad de interlocución con todas las partes implicadas en la crisis.
De hecho, el enviado personal de Lula a Venezuela para ser sus ojos en estos disputados comicios, el antiguo canciller Celso Amorim, se reunió tras la jornada de votación con los dos candidatos presidenciales, Maduro y González Urrutia, al que la oposición da como ganador por goleada. Nada ha trascendido sobre los encuentros.
Brasil tiene un protagonismo especial en esta crisis porque, a diferencia de Estados Unidos, no es un antagonista del Gobierno venezolano. Lula mantuvo una relación muy estrecha con Hugo Chávez y es crítico con las sanciones internacionales impuestas a Caracas, pero también expresa reticencias hacia la deriva autoritaria del chavismo.
El veterano presidente brasileño inauguró este tercer mandato con un elocuente intento de romper el aislamiento diplomático de Maduro. Para eso lo invitó a una cumbre con el resto de los presidentes sudamericanos en Brasilia. Pero ni aquel gesto, ni las posteriores negociaciones del chavismo con la oposicion, EE UU, Noruega y otros países para celebrar unas elecciones con garantías y que las sanciones fueran levantadas no fructificaron lo suficiente para alcanzar plenamente ninguno de los dos objetivos.
Cuba, Nicaragua, China, Rusia o Irán se destacan entre los países que han reconocido los resultados. Al otro lado, los múltiples países que siguen a la espera de la documentación que avale la proclamada victoria del chavismo. Unos son abiertamente críticos, como la Argentina de Milei, el EEUU de Biden o el Chile de Boric. Otros, como Brasil, son más bien amigos que expresan sus diferencias con suavidad.
La creciente presión internacional a medida que pasaban las horas tras las elecciones por la opacidad del recuento molestó tanto al Gobierno venezolano que este decretó la expulsión de los embajadores de siete países. El canciller, Yvan Gil, anunció la salida forzada de todo el personal diplomático de Argentina, Chile, Costa Rica, Perú, Panamá, República Dominicana y Uruguay.
El Gobierno brasileño no ha reconocido el resultado electoral por ahora. La cancillería decidió que la embajadora de Brasilia ante Caracas no compareciera a la ceremonia de proclamación de Maduro como presidente reelecto para dejar bien claro que no reconoce el resultado mientras no tenga pruebas que demuestren los números que manejan las autoridades. Misma posición mantiene ante las alegaciones de la oposición.
Y Lula todavía tampoco se ha pronunciado públicamente sobre el cuestionado resultado de las elecciones, actitud que contrasta con las críticas o apoyos de casi todos los restantes mandatarios latinoamericanos. Solo romperá su silencio una vez haya hablado en persona con su enviado a Venezuela, el veterano diplomático Celso Amorim, según la prensa brasileña. El regresó está previsto para este martes.
Sin embargo, el Partido de los Trabajadores, que lidera Lula, le ha colocado en una situación incómoda al reconocer el triunfo de Maduro y calificar los criticado comicios como “democráticos y soberanos”.
La relación entre Lula y Maduro, que nunca fue tan buena ni intensa como con Chávez, se ha agriado en los últimos meses ante lo que Brasilia considera una creciente inflexibilidad del venezolano. Ambos presidentes han mantenido fricciones públicas a cuenta del proceso electoral. Lula insiste, en referencia a Bolsonaro y a Maduro, en que quien pierde las elecciones debe irse a casa y prepararse para los próximos comicios, como hizo él tres veces antes de conquistar por primera vez la Presidencia de Brasil en 2002.
Lula restableció las relaciones diplomáticas con el Gobierno de Maduro nada más volver al poder, en 2023. Su predecesor, el ultraderechista Jair Bolsonaro, las rompió al reconocer —como EE UU, la UE y decenas de países— a Juan Guaidó como presidente interino.
En una entrevista con la televisión local RedeTV, Lula declaró en febrero su preferencia en las próximas elecciones de noviembre en EEUU: “Aunque no soy votante estadounidense, creo que es obvio que Biden es una mayor garantía para la supervivencia de la democracia en el mundo y en Estados Unidos”, dijo. No ha trascendido de momento si en la conversación de entre ambos de este martes se trató la sucesión de Kamala Harris al frente del Partido Demócrata.
Un año antes, el presidente brasileño fue recibido en la Casa Blanca en un encuentro que se vendió como una puesta al día de las relaciones entre ambos países. “Nuestras sólidas democracias se han puesto a prueba últimamente, muy a prueba, y nuestras instituciones están en peligro”, dijo Biden a la prensa junto a Lula el Despacho Oval, en referencia al entonces reciente asalto de miles de simpatizantes de Jair Bolsonaro a las instituciones de Brasilia. “Pero tanto en Estados Unidos como en Brasil, la democracia prevaleció. Nos mantenemos unidos, rechazamos la violencia política y valoramos mucho nuestras instituciones democráticas”.