Las autoridades en Haití impusieron un toque de queda nocturno en un intento de recuperar el control de las calles tras un estallido de violencia durante el fin de semana, en el que pandilleros armados asaltaron los dos penales más grandes del país y liberaron a sus prisioneros.
El domingo por la noche comenzó un estado de emergencia de 72 horas y el gobierno afirmó que perseguiría a los asesinos, secuestradores y otros criminales violentos que según dijo se habían fugado.
“Se ha ordenado a la policía que emplee todos los medios legales a su disposición para hacer cumplir el toque de queda y detener a todos los delincuentes”, indicó en un comunicado el ministro de Finanzas, Patrick Boivert, que hace de primer ministro en funciones.
El primer ministro, Ariel Henry, viajó al extranjero la semana pasada para tratar de recabar apoyos para un plan de desplegar una fuerza de seguridad con apoyo de Naciones Unidas para estabilizar a Haití, que combate a grupos criminales cada vez más poderosos.
El decreto de emergencia se emitió tras un fin de semana letal que fue un nuevo hito en la espiral de violencia en Haití. Al menos nueve personas fueron asesinadas desde el jueves -cuatro de ellos policías- en ataques coordinados de las pandillas contra instituciones del estado en Puerto Príncipe, incluidos el aeropuerto internacional del país y el estadio nacional de fútbol.
Pero incluso para los haitianos acostumbrados a vivir bajo la amenaza constante de la violencia, el ataque del Penal Nacional el sábado por la noche fue una conmoción.
Casi todos los aproximadamente 4.000 reos escaparon, lo que dejó una prisión normalmente abarrotada extrañamente vacía el domingo, sin guardias a la vista y con chanclas de plástico, ropa y muebles tirados por el patio de concreto. A la entrada del recinto se veían tres cuerpos baleados.
En otro vecindario se veían los cadáveres ensangrentados de dos hombres con las manos atadas a la espalda, tirados boca abajo mientras los vecinos rodeaban barricadas armadas con neumáticos en llamas.