Rafael Peralta Romero
Ayer, 26 de enero, fue el Día de Duarte, pero no podemos asegurar que se haya celebrado la fecha natalicia del fundador de la República Dominicana, no obstante, las ofrendas florales colocadas en el mausoleo donde reposan sus restos. Tampoco las apologías vertidas allí hacen de los actos de ayer la celebración que merece el Patricio.
En virtud de la ley 139-97 -junio de 1997- tenemos que sufrir situaciones como variar la celebración del natalicio de Juan Pablo Duarte. Tal legislación establece que los días feriados que caigan martes, miércoles, jueves o viernes serán trasladados de fecha. Siempre para el lunes anterior o posterior, según el caso.
Si hemos trabajado el Día de Duarte, ¿por qué tenemos que tomar un feriado? Me parece pura holgazanería. Trabajar en la fecha que debemos honrar la memoria de nuestros héroes o en festividades religiosas, y luego tomar un día libre no es culto a Duarte o los Santos Reyes. Se trata más bien de culto a la holgazanería.
Si la razón del cambio se fundamenta en la productividad, que las empresas no paren de generar riquezas, entonces trabajemos el Día de Duarte, pero continuemos así, sin ningún feriado. Sigamos aumentando los capitales.
Cambiar las fechas de las efemérides, podrá ser bueno para la economía, según el punto de vista de quienes justifican la ley 139-97. Pero la disposición contraviene costumbres y sentimientos que forman parte de la esencia del pueblo dominicano. Si no rendimos culto al Patricio en su fecha, no hay que darse un feriado otro día.
Vale recordar la posición del Instituto Duartiano respecto de este asunto. Esa entidad considera inoportuno que el Día de Duarte sea excluido del diferimiento, toda vez que esto implica la disminución del impacto de la conmemoración de la efeméride relativa al nacimiento del Padre de la Patria.
Está en lo cierto la corporación que vela por la divulgación de la obra redentora de Duarte. El cambio de día confunde a la población, en especial a niños y jóvenes, ya que, si el 26 de enero pasa como una fecha cualquiera, no tienen por qué saber la razón del feriado que se le ha concedido.
El lunes 30 no será Día de Duarte, los muchachos deberían acudir a las escuelas, los trabajadores a las fábricas y haciendas y los demás servidores, públicos y privados, pudieran asistir tranquilos a sus centros de trabajo. Duarte no nació para regalarnos un día de ocio, sino para que disfrutemos de patria soberana.