Por: Claudio Acosta
El rigor de la ley.- Dice Hugo Beras, director del Intrant, que aplicar con rigor la Ley 63-17 de Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial es la salida al caos del tránsito, del que los motoristas, que no respetan nada ni a nadie, son en gran parte responsables, sin que hasta ahora se hayan recibido señales desde la autoridad de que se tomarán acciones para cambiar esa situación. “La clave en esto es el régimen de consecuencias. Si la gente no tiene consecuencias a una mala acción vamos a seguir con esta situación”. ¿Cómo no estar de acuerdo con lo que dice el funcionario? El problema está en que aquí todos sabemos que garantizar el rigor en la aplicación de la ley es un asunto que en la práctica, que es donde realmente importa, no está en sus manos, ni depende de su voluntad o de su determinación.
Además de que a estas alturas es ya un lugar común que llevamos años repitiendo sin que cambie nada, y no solo en el tránsito; también hace falta aplicar con rigor la Ley de Migración para que el país no se siga llenando de haitianos, y lo mismo hay que hacer con la que prohíbe extraer materiales de los ríos antes de que constructores y comerciantes de agregados los asesinen; y si paro de contar es porque no alcanzaría el espacio para tantas leyes que son letra muerta o que solo se cumplen parcialmente o de manera acomodaticia.
Y si es verdad, como asegura el funcionario, que este año que apenas gatea y balbucea habrá consecuencias para todo el que viole la Ley 63-17, lo lógico es que se empiece por los motoristas, pues será la única manera de convencer a los ciudadanos de que esta vez la cosa va en serio y que en las calles todos seremos medidos con la misma vara.
Pero para que eso ocurra tienen que cambiar de actitud los agentes de la Digesett, para los cuales los motoristas y sus violaciones flagrantes a la ley, es decir delante de sus propias narices, son invisibles.
¿También habrá consecuencias para los que no cumplan con su deber de hacerla respetar?