Claudio Acosta
Miguel Vargas Maldonado, presidente del PRD, debió celebrar por todo lo alto el día que el doctor Guido Gómez Mazara decidió finalmente recoger sus motetes y marcharse al PRM, como hicieron la mayoría de sus compañeros perredeístas, ya que sus constantes críticas y cuestionamientos a su estilo de dirigir la organización lo tenían de vuelta y media.
Porque si algo hay que reconocerle al fogoso exconsultor Jurídico del Poder Ejecutivo es su capacidad para el incordio, producto de una perseverancia casi obsesiva y a prueba de balas que no cede un centímetro hasta alcanzar sus objetivos.
Poco duró en el PRD, sin embargo, la tranquilidad, esa en la que se sienten tan cómodos los autócratas que se irritan con las críticas y desprecian las disidencias, pues Fiquito Vásquez, Secretario Nacional de Organización, acaba de convertirse en el nuevo clavo de su zapato tildándolo públicamente de incapaz y acusándolo de violar los estatutos del partido.
Estoy hablando del mismo dirigente político que en su momento celebró y aplaudió su salida del PRD, pero que ahora coincide con Guido al denunciar en rueda de prensa que Vargas Maldonado tiene secuestrado al PRD, al que declaró en “estado de emergencia”, ya que este toma decisiones sin reunir ni consultar a los organismos de dirección y sin escuchar a las bases.
Pero no es su único argumento de peso: “El PRD hoy en día cuenta con menos de un 1% de simpatías en la población dominicana, mientras que cuando él asumió la presidencia de nuestra organización estaba por encima de 40% en la preferencia del electorado nacional”.
Desde luego, a estas alturas eso es algo que sabe de sobra su Secretario Nacional de Organización, como lo sabe todo aquel que decidió quedarse para acompañar a Vargas Maldonado al entierro del PRD y el jacho prendío que iluminó las primeras alboradas de nuestra vida democrática.