“Hemos sido consistentes. La Justicia que actúe contra aquellos que supuestamente cometieron algún tipo de ilícito, pues la responsabilidad es individual”.
Las declaraciones de Charlie Mariotti, secretario general y vocero del PLD, desligándose de los sometimientos por corrupción contra algunos de sus altos dirigentes marcan distancia de un tema delicado y comprometedor, corrigiendo el rumbo de una estrategia que al principio, cuando se iniciaron los apresamientos, quiso descalificar esas acciones atribuyéndole al gobierno el propósito de utilizarlas para desviar la atención de la opinión pública de los supuestos errores cometidos en el manejo de la pandemia.
Eso equivalía a darle un espaldarazo a los apresados, identificarse con su causa, pero en esta ocasión el secretario general peledeísta cambió el discurso, y aprovechó para aclarar que el PLD no ha enviado a sus abogados a defender a los miembros de esa organización que han sido imputados.
En la calle dirían que los soltó en banda, aunque eso no implica, como aclaró Mariotti, que la organización renuncie a reclamar que se respeten el debido proceso y los derechos de los detenidos. El exsenador de Monte Plata también fue reiterativo al insistir en que esos sometimientos no impedirán que el partido morado esté cada vez más activo haciendo oposición.
Y qué bueno que así sea porque es lo que le conviene a la democracia dominicana, que funciona mejor con partidos políticos fuertes, que aporten a la gobernabilidad desde una oposición constructiva, pensada en función de los mejores intereses del país. Y lo más importante: sin compromisos ni ataduras con la corrupción.
Ese es el lastre del que tiene que desprenderse el PLD si quiere “renovarse, transformarse y fortalecerse”, como aspira Mariotti, pero dudo que eso pueda ser posible mientras Danilo Medina sea su presidente, máximo líder y guía.